SANTO DOMINGO.- Dos reporteros y tres camarógrafos fueron afectados por los gases de las bombas lacrimógenas disparadas contra una manifestación pacífica el pasado domingo, en la que se reclamaba el respeto a la democracia y para que no sucumba el sistema de partidos, como se ha propuesto el gobierno del PRM.
Los comunicadores se guarecieron en la Casa Nacional del Partido de la Liberación Dominicana, que lleva el nombre de Reinaldo Pared Pérez, un apacible recinto de arquitectura moderna, reconstruido respetando el modelo de construcción en Gascue, con un vistoso jardín y arborizado.
Las imágenes fueron elocuentes, los comunicadores se alojaron allí, en procura de aire puro, pues los gases de las bombas irritaron sus ojos y afectaron su sistema respiratorio.
Una nube de humo blanco, tóxico, se diseminó por toda la vecindad y los teléfonos celulares sirvieron de testimonio para ver cómo las bombas caían en el patio y jardines de la sede peledeísta.
Al disiparse la multitud que se aglomeró en las inmediaciones de la Casa Nacional del PLD, se recogieron veintenas de las latas que contenían la sustancia que provoca lagrimeo y dificultades respiratorias momentáneas y picor en la piel.
Con todo y las imágenes presentadas, el flamante relacionista público de la Policía, obedeciendo órdenes superiores, se atrevió a decir que las bombas no fueron lanzadas a la sede del PLD.
Craso error, que se entiende como una burla, porque todo lo sucedido se vio en imágenes y no fue el PLD quien lo dijo, sino los colegas reporteros del ya veterano relacionista, pues antes había realizado esa labor en otras instituciones públicas en gobiernos del PLD.
Terminada la reunión del Comité Central, los integrantes de ese organismo quisieron llegar a las afueras del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva junto a los también dirigentes que aguardaban en las afueras del recinto.
Una banderola en tela, con una consigna en contra de las arbitrariedades del gobierno del PRM, servía de límite a la multitud que se desplazaba de forma pacífica para llegar a las afueras de la edificación en la que, se entiende aun, se imparte justicia.
El propósito no era siquiera llegar al tribunal, pues ya se sabía que la audiencia se había aplazado, sino condenar los atropellos y manifestar solidaridad con los arbitrariamente arrestados.
La caminata apenas avanzó una cuadra; sin mediar palabras la multitud se dispersó con centenares de bombas y balines disparados con escopetas.
La multitud se dispersó y regresó al local del PLD y hasta allí llegaron las bombas, hecho nunca antes visto en la historia de los partidos políticos dominicanos.
Ni siquiera en la convulsa etapa del denominado Gobierno de los Doce Años (1966-1978), los locales de los partidos políticos se irrespetaron, contrario a lo sucedido en el gobierno del PRM, con una carta magna que constitucionaliza el funcionamiento de los partidos políticos.
El comportamiento de las autoridades, los atropellos a ciudadanos y ciudadanas indignados y la represión contra dirigentes del PLD confirman la denuncia de la dirección peledeísta de que el presidente Abinader y el PRM procuran aniquilar al principal partido político del país, el PLD, aunque para ello tengan que llevarse por delante el sistema de partidos.
Las manifestaciones pacíficas de la población han recibido como respuesta bombazos y macanazos, como sucedió el lunes 20 en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, contra un grupo de congresistas, cuando no arbitrarios apresamientos de personas, como sucedió el sábado en Villa Duarte, o el maltrato a profesionales y ciudadanos, como sucedió con el doctor Enriquillo Matos. El viernes se dispersó a bombazos un grupo de manifestantes en las afueras de la Cancillería y el turno le toco el domingo al PLD con el disparo de decenas de artefactos explosivos hacia sus instalaciones.
En realidad lo que ha hecho el gobierno con acción tan deleznable, dominada por el cinismo, es motivar a la militancia partidaria, que responderá con creces las provocaciones y la temeridad gubernamental.