Redacción Internacional.- El nuevo cohete lunar de la NASA se alista para un importante vuelo de prueba este lunes, a pesar de que varios relámpagos han impactado en la plataforma de lanzamiento, y luego de una fuga de combustible que interrumpió brevemente la cuenta regresiva.
Los encargados detuvieron el conteo regresivo cuando faltaban 40 minutos mientras el equipo de hidrógeno discute los planes a seguir con el director de la misión.
Previamente, los controladores de vuelo detuvieron la operación de repostaje, que ya se hacía con una hora de retraso debido a tormentas en el mar. El proceso se reanudó despacio para ver si la fuga de combustible de hidrógeno podría empeorar, lo que casi con certeza pondría fin a la cuenta atrás, pero las alarmas forzaron otro receso. La fuga estaba en el mismo lugar en el que se identificó durante una prueba en primavera.
“Durante la transición del llenado lento de hidrógeno líquido en la etapa central del cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial a las operaciones de llenado rápido, los controladores de lanzamiento observaron un pico en la cantidad de hidrógeno que se deja escapar en la lata de purga (…). Los ingenieros iniciaron el flujo inverso de hidrógeno líquido en la etapa central y actualmente están solucionando el problema”, informó la agencia.
El cohete Space Launch System de 98 metros (322 pies) es el más poderoso jamás construido por la NASA. Se dispone a enviar una cápsula vacía a la órbita lunar, medio siglo después del programa Apolo de la NASA, que llevó a 12 astronautas a la Luna.
A primera hora, el contador de la transmisión en vivo marcaba que el despegue estaba programado alrededor de las 8 (hora local de Florida, 12 GMT), pero luego quedó frenado cuando faltaban 40 minutos.
Los astronautas podrían regresar a la Luna en unos pocos años, si este vuelo de prueba de seis semanas sale bien. Sin embargo, la NASA reconoce que los riesgos son altos y que el vuelo podría interrumpirse.
En lugar de astronautas, se sujetan tres maniquíes de prueba a la cápsula Orion para medir la vibración, la aceleración y la radiación, uno de los mayores peligros para los humanos en el espacio profundo. Tan solo la cápsula tiene más de 1.000 sensores.
Las autoridades dijeron el domingo que ni el cohete ni la cápsula sufrieron daños durante la tormenta del sábado; el equipo de tierra tampoco se vio afectado. Se confirmó que cinco rayos alcanzaron las torres de 180 metros (600 pies) que rodean el cohete en el Centro Espacial Kennedy de la NASA. Los impactos no fueron tan fuertes como para realizar mayores pruebas. “Claramente, el sistema funcionó como se diseñó”, dijo Jeff Spaulding, director de pruebas senior de la NASA.
Se esperaban más tormentas. Aunque los meteorólogos calculaban un 80% de probabilidades de clima aceptable para el lunes por la mañana, se esperaba que las condiciones se deterioraran durante la ventana de lanzamiento de dos horas.
Pese a la falta de pasaje, miles de personas llenaban la costa para ver el despegue del Sistema de Lanzamiento Espacial, o SLS por sus siglas en inglés. La vicepresidenta, Kamala Harris, viajó a Orlando con su esposo, pero aún no había hecho el trayecto de una hora por carretera hasta Cabo Cañaveral.