REDACCIÓN.- Un caso escalofriante que permaneció oculto durante cuatro años en un tranquilo suburbio de Chelmsford salió a la luz con el descubrimiento de los cuerpos momificados de John y Lois McCullough, asesinados por su hija, Virginia McCullough.
La mujer de 36 años no solo les quitó la vida a sus padres, sino que también ocultó sus restos en el hogar familiar, manteniendo una inquietante fachada de normalidad.
El sombrío descubrimiento, ocurrido en septiembre de 2023, se produjo tras una revisión de asistencia social iniciada por el consultorio médico de los padres después de que John McCullough, de 70 años, faltara repetidamente a sus citas.
Esto dio lugar a una investigación por parte de las autoridades que reveló la terrible verdad: John y Lois, de 71 años, habían sido asesinados por su hija en junio de 2019.
Los métodos de Virginia McCullough fueron brutales y calculados. El tribunal escuchó que envenenó a su padre con medicamentos recetados triturados que administró en sus bebidas. Cuando su madre, Lois, no sucumbió al envenenamiento, Virginia la atacó con un martillo y le infligió múltiples puñaladas mientras estaba en la cama.
Tras los asesinatos, McCullough recurrió a medidas macabras para ocultar sus crímenes. Envolvió los cuerpos de sus padres en plástico y los ocultó dentro de la casa. El cuerpo de John fue encontrado en un mausoleo improvisado construido con bloques de mampostería en su estudio, mientras que el cuerpo de Lois fue escondido en un armario del piso de arriba, envuelto en un saco de dormir.
Durante cuatro años, Virginia McCullough mantuvo un elaborado engaño. Usó los teléfonos de sus padres para enviar mensajes, enviar tarjetas y regalos en su nombre, e inventó historias sobre su paradero, incluyendo viajes inventados. La pandemia de COVID-19, sin querer, contribuyó a su encubrimiento al proporcionar una razón plausible para la ausencia de sus padres y limitar las visitas a su hogar.
Los investigadores descubrieron un importante motivo financiero tras los asesinatos. McCullough había acumulado deudas considerables con las tarjetas de crédito de sus padres y vivía de sus pensiones, gastando, según se informa, una cantidad considerable en juegos de azar en línea.
Tras su arresto, las imágenes de la cámara corporal captaron a Virginia McCullough diciéndoles con calma a los oficiales: «Sabía que esto llegaría tarde o temprano. Es apropiado que cumpla mi castigo», e incluso: «Anímense, al menos atraparon al malo».
En octubre de 2024, Virginia McCullough fue condenada a cadena perpetua con una pena mínima de 36 años por el doble asesinato. El juez condenó sus acciones como una «grave violación de la confianza que debe existir entre padres e hijos».
La tragedia impactó profundamente a la hermana sobreviviente, Louise Hopkins. En una entrevista de podcast, habló sobre el impacto psicológico, incluyendo el resurgimiento de su trastorno obsesivo-compulsivo y la culpa que sentía por el distanciamiento previo con sus padres.
A pesar del inmenso dolor, Louise ha declarado públicamente que perdona a su hermana, pero que no mantendrá contacto con ella en prisión mientras se concentra en construir una vida tranquila para ella y sus hijos. La historia de la familia estuvo marcada por desafíos: su padre, según se informa, luchó contra el alcoholismo y su madre contra la ansiedad y el TOC.
El caso de Virginia McCullough es un testimonio inquietante de las complejidades ocultas y la naturaleza potencialmente destructiva de las dinámicas familiares problemáticas, dejando a una comunidad conmocionada y a una familia lidiando con una pérdida y una traición inimaginables.
