REDACCIÓN.- El parkinson es una enfermedad progresiva que afecta al sistema nervioso y a las partes del cuerpo controladas por los nervios. Sus síntomas se manifiestan gradualmente, y suelen comenzar con un temblor apenas perceptible en una mano. Sin embargo, a medida que el cuadro avanza, las sacudidas del cuerpo se incrementan y dificultan la vida de las personas.
Además del temblor, quienes padecen enfermedad de Parkinson pueden presentar rigidez muscular, lentitud y dificultad en los movimientos, cambios en el habla y en la escritura, entre otros síntomas.
Y si bien se trata de una condición que no tiene cura, en los últimos años, diferentes tratamientos buscan atenuar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Es el caso de la talamotomía por ultrasonido realizada por primera vez en Escocia, por expertos de la Universidad de Dundee a un paciente de 63 años, diagnosticado con la enfermedad hace seis, en 2018. El procedimiento se ha llevado a cabo en pacientes en otros lugares del mundo a escala limitada, pero la tecnología aún no está ampliamente disponible.
Por definición, la talamotomía es un procedimiento neuroquirúrgico altamente especializado que se centra en una estructura cerebral conocida como tálamo.
Según explicaron expertos de la Universidad de Navarra, el procedimiento “consiste en crear una lesión en una zona específica del tálamo para bloquear las vías neurológicas responsables de síntomas debilitantes en trastornos del movimiento, como el temblor esencial y la enfermedad de Parkinson”.
Esta intervención se realiza principalmente en pacientes afectados por estos trastornos neurológicos. Pero la novedad es que la realizada en el Reino Unido utilizó ultrasonido enfocado de alta intensidad, lo que permitió hacer el procedimiento sin incisiones.
El doctor Tom Gilbertson es neurólogo consultor y profesor titular honorario de la Facultad de Medicina de Dundee, y tras afirmar que trabajan con esta técnica hace años en personas con temblor esencial, reconoció que “replicar eso para aquellos que viven con Parkinson, que tal vez nunca hubieran soñado con tener tal control de sus movimientos nuevamente, es un gran privilegio”.
“Ya hemos sido testigos del impacto transformador que procedimientos similares han tenido para los pacientes que viven con temblor esencial”, destacó en una publicación de la propia universidad, que es reconocida mundialmente como líder en la investigación de la enfermedad de Parkinson.
Este es el primer tratamiento que se lleva a cabo en ese país, en el marco de un ensayo clínico multicéntrico internacional, ya que la talamotomía mediante ultrasonido no está actualmente disponible para pacientes con enfermedad de Parkinson.
Ian Keir fue diagnosticado con Parkinson en 2018 después de sufrir dos años de temblores en su mano derecha, que le impedían realizar las tareas cotidianas.
Bombero retirado, decidió ser parte del trabajo de investigación y someterse al tratamiento debido a que los temblores ya no le permitían hacer ninguna de las actividades de la vida cotidiana.
“Hacer una taza de café significaba que el café invariablemente se desparramaba por todos lados -relató en la publicación de la casa de estudios-. Tuve que aprender a comer sólo con un tenedor porque cortar la comida se volvió muy difícil”.
Y agregó: “Mi letra también era bastante ilegible. Los temblores afectaron a mi mano derecha, que usaba para escribir, pero nunca llegué a dominar realmente la escritura con la mano izquierda”.
El hombre destacó el apoyo y la comprensión de su esposa en estos años, y si bien reconoció que estaba nervioso y temeroso antes de recibir el tratamiento, hoy está agradecido por haber recuperado su independencia.
“Se siente como un milagro”, aseguró, al tiempo que remarcó que sus temblores “han desaparecido por completo, es como si nunca lo hubiera tenido”.
Ahora, asegura que puede hacer exactamente lo que hacía antes, desde servir una jarra de agua, hasta escribir, ya que recuperó la caligrafía.
Las causas de la enfermedad de Parkinson se desconocen, aunque hay algunos factores que pueden ser desencadenantes, como la genética o la exposición a ciertas toxinas o factores ambientales. Asimismo, un reciente estudio reveló que las personas con ansiedad tienen al menos el doble de riesgo de desarrollar la enfermedad en comparación con las que no tienen el trastorno del estado de ánimo.