REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El presidente de Kenia, William Ruto, se deslindó este domingo de la responsabilidad por las muertes durante las protestas antigubernamentales que azotaron al país africano esta semana.
"No tengo sangre en mis manos", aseveró Ruto, señalando que cuando se convirtió en jefe de Estado, se comprometió a garantizar la independencia de la Policía. "La Policía no necesita permiso, no necesita autoridad y no rinde cuentas a la oficina del presidente. […] Opera independientemente", declaró. No obstante, aseguró a la prensa que la entidad "hizo lo mejor que pudo" en las manifestaciones.
Según el mandatario, las protestas dejaron un saldo de 19 muertos, aunque grupos de derechos humanos contabilizan al menos 30. "Es muy desafortunado. Como democracia que somos, esto no debería formar parte de nuestra conversación", señaló, al tiempo que prometió una investigación para aclarar "cada una" de las muertes.
En paralelo, elogió el papel de los jóvenes que "dieron un paso al frente" para "comprometerse con el discurso político" del país.
"Estoy seguro de que ellos no asaltaron el Parlamento. Fueron delincuentes y otros agentes, que se aprovecharon de la legítima preocupación de los kenianos para ir a quemar la Oficina del presidente del Tribunal Supremo, la Alcaldía, el Parlamento y destruir propiedades de ciudadanos inocentes", indicó, añadiendo que el valor de los bienes afectados fue de 2.400 millones de chelines (alrededor de 18,6 millones de dólares).
Las protestas surgieron luego de que se aprobara un paquete de medidas económicas destinadas a aumentar los impuestos. Aunque Ruto decidió no respaldar el proyecto después de que los manifestantes asaltaran e incendiaran parte del edificio del Parlamento, las manifestaciones continuaron. Para disuadirlas, las fuerzas del orden utilizaron gases lacrimógenos, balas de goma y cañones de agua.