VENEZUELA.- Este domingo 28 de julio Venezuela tendrá un proceso electoral presidencial bajo tensión, incertidumbre y esperanza de cambio.
Y es que la campaña de la oposición de Edmundo González ha obtenido un amplio apoyo tanto en Venezuela como en el extranjero, por lo que esto representa un desafío para Nicolás Maduro, un hombre que ha gobernado a ese país desde el año 2013 y ha dejado claro que tiene la intención de seguir haciéndolo.
Bajo ese gobierno que controla todas las instituciones públicas y ha sido acusado de manipular votos en el pasado, el país suramericano rico en petróleo, ha sufrido la peor crisis económica que ha vivido un país en tiempos de paz en la historia reciente.
Venezuela, que alguna vez fue la quinta economía más grande de América Latina, hoy se ha reducido al equivalente de una ciudad de tamaño mediano, según datos del FMI.
Pero la expectativa está en quien tomará el rumbo de este país este domingo que será una fecha histórica para ese país y América Latina.
Las riquezas de Venezuela son su patrimonio y lo que le permite tener «fuerza» en la relación no solo con sus vecinos y con el continente, sino con países del «Oriente colectivo», como Rusia y China, y del continente africano.
«Es decir, con ese otro corredor de relaciones que ya no es gobernado por Estados Unidos o por Occidente colectivo, y en el que se está disputando justamente una visión de mundo, una ruta de futuro para este mundo», asevera Ceceña.
En este contexto, Caracas ha sido objeto de un ataque feroz a su economía por parte de Washington a través de cientos de sanciones. No obstante, esta política parece no haber tenido los resultados deseados.
Recientemente, la nación norteamericana solicitó a Venezuela retomar el diálogo directo, una decisión que, a decir de expertos venezolanos, obedece a que el Gobierno de Joe Biden sabe lo que ocurrirá en los comicios del próximo fin de semana.
La población venezolana asume que no se trata solo de elegir al presidente del país, sino que la decisión que tomen los votantes estará estrechamente ligada al futuro de la independencia nacional, la soberanía en el manejo de sus recursos, e incluso el destino de los procesos de integración regional o la agenda multipolar.