ATLANTA, ESTADOS UNIDOS.– Joe Biden y Donald Trump protagonizaron un tenso debate que exhibió sus profundas diferencias en la agenda doméstica y en la política exterior. Biden y Trump fueron fieles a su base electoral y a sus ideas personales, en una confrontación pública que no arrojó ventajas decisivas para ninguno de los dos candidatos que aspiran a la reelección presidencial.
Biden y Trump son antagonistas perpetuos, y en el primer segundo del debate quedó reflejado lo que piensa uno del otro: no se dieron la mano cuando se encontraron en el estudio de la CNN. Primero llegó el presidente de los Estados Unidos, y a continuación su antecesor. Se miraron de reojo, y nada más. Llevan más de cuatro años de batalla personal a la distancia.
Desde el principio quedó al descubierto como se habían preparado para el debate. Biden enumeraba los temas y se ceñía a su guión entrenado -una y otra vez- en Camp David. Trump, en cambio, sabía los argumentos a desplegar pero confiaba en su capacidad de improvisación.
Cuando Biden hablaba, Trump sonreía y gesticulaba. Y si era el turno del candidato republicano, su adversario lo miraba de costado y sonreía para desaprobar cada una de sus palabras. Los dos respetaron las reglas de juego, no agraviaron a los periodistas Dana Bash y Jake Tapper, y no tomaron una gota de agua cuando estuvieron al aire.
El debate se inició con una pregunta de Tapper a Biden sobre la economía y el presidente defendió su programa de gobierno, mientras que Trump aseguró que la inflación está fuera de control. Fueron miradas opuestas, en un tema clave que se repetirá hasta los comicios del 5 de noviembre.
El segundo cruce entre Biden y Trump fue sobre el aborto. Cada uno habló a sus electores, pero el candidato republicano se mostró más indulgente sobre este derecho, que fue limitado por ciertos miembros de la Corte Suprema designados durante la administración Trump.
El segundo cruce entre Biden y Trump fue sobre el aborto. Cada uno habló a sus electores, pero el candidato republicano se mostró más indulgente sobre este derecho, que fue limitado por ciertos miembros de la Corte Suprema designados durante la administración Trump.
Por un momento, el debate dejó entre paréntesis la agenda doméstica y avanzó sobre asuntos de política exterior. Trump fue muy crítico del protagonismo que tiene Estados Unidos en la guerra que libra Ucrania contra Rusia y en el conflicto en Medio Oriente tras el ataque terrorista de Hamas a Israel.
La perspectiva del candidato republicano es que Washington perdió peso en el escenario global y que esa falencia geopolítica dio lugar a la invasión rusa a Ucrania y a los actos terroristas que ejecuta Irán a través de Hamas.
“Me llevo bien con (Vladimir) Putin, pero a mí no me sacó tierras como hizo con Obama y Biden”, aseguró Trump.
Biden le contestó: “Sí quieres una guerra deja que Putin avance y tome Kiev. Ahí vas a tener una guerra”.
Este capítulo de política exterior se completó con la mirada de ambos candidatos sobre el conflicto en Medio Oriente. Biden defendió su agenda con Israel, que incluye el cese del fuego en Gaza, mientras que Trump descalificó la estrategia diplomática de la administración demócrata.
La hoja de ruta internacional de Estados Unidos -más que nada la guerra entre Israel y Hamas- afecta las aspiraciones electorales de Biden. Miles de jóvenes que lo votaron en 2020 -cuando proponía una novedosa agenda verde- ahora optaron por tomar distancia frente a la postura que defiende la Casa Blanca en Gaza.
Trump no perdió ni ganó votos hablando sobre Medio Oriente y Ucrania. En cambio, los argumentos de Biden sobre la situación en La Franja y la ofensiva de Israel sólo habrían servido para ratificar que ese volumen electoral ya no regresará al territorio demócrata.