KIEV.-Kiev se ha levantado en la mañana de este martes con el olor a quemado en el aire ya tan familiar para sus ciudadanos. Seis distritos de la capital ucrania han sufrido en la madrugada múltiples explosiones de drones y misiles en otro bombardeo a gran escala ruso. El ataque ha causado 14 muertos y más de un centenar de heridos. La peor parte se la ha llevado el distrito de Solomianski, que ha recibido una decena de impactos, casi todos concentrados en dos manzanas.
La imagen del día es la de un bloque de viviendas de nueve plantas que un misil ruso ha seccionado por completo. El ministro del Interior, Ígor Klimenko, ha asegurado que el armamento utilizado fue un misil balístico, pero la trayectoria observada por vecinos consultados por EL PAÍS y los datos de las Fuerzas Aéreas indicarían que puede tratarse de un misil de crucero.
Una decena de personas han muerto en el lugar, aunque a primera hora de la tarde los servicios de emergencias todavía buscaban otras posibles víctimas bajo los escombros. El cohete impactó directamente en el edificio, aunque los indicios recogidos por EL PAÍS en el lugar de los hechos apuntan a que el misil iba en realidad dirigido a una zona industrial al otro lado de la avenida donde se sitúa la construcción, a unos 150 metros.
Frente al edificio de viviendas destruido hay una manzana con varias fábricas que recibió por lo menos cinco impactos directos, tanto de drones como misiles. En esta zona industrial están registrados fabricantes de múltiples tipos de productos, desde alimentos a generadores eléctricos. Es algo inusual que una localización tan determinada reciba tantos impactos de largo alcance. Las Fuerzas Aéreas han informado de que solo seis misiles superaron las defensas antiaéreas, lo que indica que el principal objetivo de esta madrugada fue esta área industrial concreta.
Es habitual que en bombardeos rusos como el de esta madrugada, las autoridades restrinjan el acceso a la prensa si en la zona atacada hay objetivos militares o estratégicos. No ha sido así en estas fábricas de Solomianski, donde los periodistas han podido trabajar con libertad de movimientos.