SANTO DOMINGO.- El uso de aplicaciones móviles y redes sociales se ha vuelto parte de la vida cotidiana de niños y adolescentes. Aunque la mayoría de las plataformas establecen como requisito una edad mínima de 13 años para abrir un perfil, en la práctica esa regla pocas veces se cumple. Hoy, menores de incluso seis años ya cuentan con cuentas en redes sociales, según advierte el informe Kids & Families Cyber Risk: niños y adolescentes en peligro, elaborado por BTR Consulting.
La cuestión no pasa por catalogar a las aplicaciones como “peligrosas” en sí mismas, sino por los riesgos que los menores enfrentan al utilizarlas sin supervisión adecuada. Exposición a desconocidos, difusión de datos personales, contenido inapropiado y acoso digital son algunas de las amenazas más comunes.
Gabriel Zurdo, especialista en ciberseguridad y CEO de BTR Consulting, explicó que las aplicaciones utilizadas por los más jóvenes pueden dividirse en dos grupos: las conocidas por los padres y aquellas “debajo de la línea de flotación”, de las que muchos adultos ni siquiera han oído hablar.
Según el experto, los niños acceden a estas plataformas desde consolas de videojuegos, tablets, teléfonos, computadoras o incluso televisores inteligentes. En muchos casos, llegan a crear segundas cuentas de Instagram o TikTok, desconocidas para sus padres. Esta discreción y astucia hace más difícil que los adultos detecten su actividad digital.
Zurdo subrayó la necesidad de dialogar con los menores sobre los riesgos del mundo online, en especial sobre el grooming, una práctica de acoso y manipulación que constituye una de las principales amenazas. También recomendó auditar regularmente las aplicaciones que usan los niños y niñas para prevenir contactos no deseados.
Las 10 aplicaciones a las que prestar atención
Entre las plataformas señaladas por los especialistas, se destacan tanto redes sociales populares como servicios menos conocidos:
- Instagram. Aunque considerada más segura que otras, sigue albergando contenido inapropiado y facilita la interacción con desconocidos.
- Snapchat. Es utilizada en muchos casos para el intercambio de imágenes íntimas, que pueden ser capturadas y difundidas sin consentimiento.
- AskFM. Permite formular preguntas anónimas, lo que la convierte en terreno fértil para burlas, humillaciones o mensajes vulgares.
- Whisper. Basada en el anonimato, expone la ubicación aproximada del usuario, lo que puede facilitar la acción de depredadores en línea.
- Tinder. A pesar de estar orientada a mayores de 17 años, permite registros desde los 13. Sus funciones de geolocalización aumentan los riesgos de acoso o contacto con adultos.
- Omegle. Ofrece chats aleatorios con desconocidos, sin necesidad de registro. Ha sido señalada como un espacio recurrente de acoso y delitos informáticos.
- Blendr. Plataforma de citas sin mecanismos efectivos de verificación de edad, lo que facilita el contacto de menores con adultos.
- Periscope (Twitter Live). Permite transmisiones en vivo sin controles estrictos, exponiendo a los usuarios a ciberacoso y a la difusión no autorizada de su ubicación.
- Houseparty. Aplicación de videollamadas que presenta vulnerabilidades de seguridad y recopila datos sensibles como correos electrónicos y números de teléfono.
- TikTok. Es la más popular entre los menores y la que mayor crecimiento tuvo en la pandemia. Los “challenges” virales y la fuerza de su algoritmo la convierten en una de las más adictivas y riesgosas.
Los especialistas coinciden en que prohibir estas aplicaciones no es la solución, ya que los niños podrían migrar hacia otras plataformas. En su lugar, recomiendan acompañar y educar en el uso responsable de la tecnología, implementar controles parentales aunque muchas veces sean insuficientes y recurrir a herramientas de cifrado, como una VPN, para proteger los datos.
La clave, concluye Zurdo, es mantener un diálogo abierto con los menores y explicarles con claridad los riesgos que implica la exposición digital, sin estigmatizar el uso de la tecnología. La supervisión activa y la educación en seguridad informática se vuelven indispensables para que el acceso a estas plataformas no comprometa su bienestar.