SANTO DOMINGO.- Recibir un teléfono inteligente antes de los 13 años puede influir de manera considerable en la salud mental futura, especialmente en mujeres jóvenes. Un estudio publicado en el Journal of Human Development and Capabilities analizó a más de 100.000 adultos jóvenes y concluyó que la edad de acceso a estos dispositivos se relaciona directamente con síntomas como baja autoestima, menor resiliencia y pensamientos suicidas. Según datos recopilados por ABC News, expertos y organismos médicos abogan por retrasar la entrega de teléfonos inteligentes y moderar el uso de redes sociales en la infancia.
El estudio fue realizado por Sapien Labs, una organización científica fundada y dirigida por la neurocientífica Tara Thiagarajan, de la Universidad estadounidense de Stanford.
La investigación se basó en encuestas autoinformadas completadas por 103.000 adultos jóvenes de entre 18 y 24 años. A los participantes se les preguntó sobre experiencias personales relacionadas con diversos síntomas de salud mental, como agresividad, desapego, alucinaciones y pensamientos autodestructivos. Los autores analizaron el impacto de la edad de adquisición del primer teléfono inteligente, comparando los resultados de salud mental en función de este criterio.
Los resultados revelaron que cada año de acceso temprano a un teléfono inteligente se asociaba con un deterioro en la salud mental reportada. Tanto niñas como niños mostraron una relación entre la posesión temprana y sentimientos de menor autoestima. Además, el estudio identificó diferencias significativas en cómo se manifestaban estos efectos según el género.
El análisis de ABC News detalla que las jóvenes que recibieron teléfonos inteligentes antes de los trece años presentaron menor resiliencia emocional y reducida confianza en sí mismas. En el caso de los varones, los efectos incluyeron una disminución en la tranquilidad, estabilidad emocional y empatía.
La autora del estudio, Tara Thiagarajan, señaló: “Cuanto más pequeño es el niño al recibir un teléfono inteligente, mayor es el impacto psicológico que ejerce la exposición a estos dispositivos y contenido digital”. Esto resalta la vulnerabilidad de los menores ante las dinámicas que ofrece el entorno digital.
Un dato especialmente relevante refiere a la prevalencia de pensamientos suicidas graves entre quienes accedieron a un teléfono inteligente a muy temprana edad. El 48% de las mujeres jóvenes que tuvieron estos dispositivos a los cinco o seis años reportaron haber experimentado pensamientos suicidas graves. Entre quienes accedieron a ellos a los 13 años o más, la cifra disminuyó al 28%.
En el grupo masculino, el 31% de quienes recibieron un teléfono inteligente a los cinco o seis años informó pensamientos suicidas graves, comparado con un 20% entre los que accedieron después de los trece años. El estudio identifica así una relación directa entre la edad de acceso y la gravedad de los síntomas de salud mental, siendo el efecto notablemente mayor en mujeres.
Los autores atribuyen parte de las diferencias entre géneros al uso de plataformas digitales, ya que redes sociales como principal canal de interacción parecen incidir de modo variable según el sexo. Además, el informe destaca otros factores con gran influencia en el bienestar emocional de los jóvenes, como el ciberacoso, la falta de sueño y las relaciones familiares problemáticas.
Frente a estos hallazgos, se recomienda restringir el acceso a teléfonos inteligentes y redes sociales a menores de 13 años, promover la educación digital y exigir mayor responsabilidad a las empresas tecnológicas en la protección de niños y adolescentes.
Thiagarajan enfatiza que lo más adecuado sería esperar hasta los 14 años para entregar teléfonos inteligentes, además de fomentar el diálogo familiar sobre el uso responsable de internet y sus posibles consecuencias.
La especialista Tara Narula coincide en la importancia de restringir las redes sociales en la infancia como medida esencial para resguardar la salud mental. Narula propone, incluso, que los padres consideren alternativas como teléfonos plegables, que permiten la comunicación sin las funciones avanzadas que exponen a los menores a riesgos en línea.
Natasha Burgert, pediatra, recomienda que los adultos ofrezcan ejemplo con su propio uso de tecnología: “Los niños observan todo lo que haces. Conéctate de manera auténtica durante unos minutos cada día y muestra que las personas a tu alrededor son más importantes que los teléfonos”.
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) ha formulado directrices para el uso responsable de medios digitales en la infancia, reunidas en las llamadas “5 C”, que buscan guiar a las familias en la gestión de consumo digital y fortalecer la seguridad.
La AAP también recuerda la necesidad de preparar a los menores para mantenerse seguros en internet, ya que los contenidos no siempre son apropiados para su edad.
El debate sobre el acceso de los menores a la tecnología digital aumenta en Estados Unidos, impulsado por especialistas como Jonathan Haidt, autor de “Generación Ansiosa”. Haidt ha planteado normas para no entregar teléfonos inteligentes antes de la secundaria, prohibir redes sociales antes de los dieciséis años y declarar los centros educativos zonas libres de estos dispositivos.
Estas propuestas tienen como fin reducir la exposición infantil a riesgos online y propiciar un entorno más seguro para el desarrollo emocional.
La información compilada por ABC News concluye que el acompañamiento familiar y el diálogo permanente son herramientas fundamentales frente a los desafíos tecnológicos de hoy. Priorizar la alfabetización digital, fomentar relaciones personales y ejercer una supervisión activa constituyen las mejores estrategias para proteger el bienestar de niños y adolescentes en la era digital. La colaboración entre familias, instituciones y empresas tecnológicas será esencial para afrontar este fenómeno global.