EL CAIRO.- La caída del gobierno de Bachar Al Asad en Siria cierra un ciclo político de más de 50 años y supone un cambio de paradigma para toda la geopolítica de Oriente Medio, una transformación innegable de la que, sin embargo, aún están lejos de saberse las consecuencias, las causas últimas ni si traerá paz, o guerra, o libertades, dijeron analistas.
Los numerosos factores externos e internos, tensiones y distensiones, alianzas y contraalianzas que mantenían la endeble posición del Gobierno sirio han quedado deshechos, y pocos vaticinios pueden hacerse salvo que Israel es el principal beneficiario estratégico; que Turquía gana muchísimos enteros en influencia en el país y que Irán es el gran perdedor en este juego.
Pero ahora quedan las dudas sobre qué papel tendrá el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS), un descendiente directo de Al Qaeda que, si bien ha intentado enmendar su imagen hacia posturas más moderadas bajo el líder Abu Mohamed Al Jolani, que ha predicado tolerancia durante los doce días de ofensiva que terminaron con el Gobierno de Damasco, aún tiene mucho que demostrar.
También falta por ver qué pasa con los kurdosirios, enemigos de Turquía, aliados de EE.UU y cuya relativa independencia de acción puede ser una espina en cualquier arreglo regional.