ROMA.- Asociaciones y sindicatos de docentes italianos escribieron este lunes al ministro de Educación, Giuseppe Valditara, para pedirle retrasar hasta octubre el inicio del curso escolar, previsto en septiembre, por las altas temperaturas que se están registrando en el país dado que muchas escuelas no disponen de aire acondicionado en las aulas.
Una petición que ha provocado una dura reacción de las asociaciones de padres que desde hace tiempo protestan por las largas vacaciones, de más de 3 meses, que tienen los estudiantes italianos.
«Con este calor es absurdo comenzar las clases a mediados de septiembre, mejor octubre. Se necesita sentido común y previsión. Los ciclos productivos también deben cambiar y la administración pública debe iniciar estos cambios según el clima«, aseguró el presidente del asociación de profesores Anief, Marcello Pacifico.
Una petición a la que también se unió la Coordinación Nacional de Docentes de la Disciplina de los Derechos Humanos (CNDDU).
«Cada vez es más difícil adaptarse a temperaturas que oscilan alrededor de los 35 grados y exigir a profesores y estudiantes una vestimenta adecuada para el entorno escolar», denunció el presidente de la CNDDU, Romano Pesavento, en un comunicado.
Según la nota, las altas temperaturas, la alta humedad y la mala ventilación, son factores pueden acarrear consecuencias «letales para los más frágiles».
El número de estudiantes frágiles con patológicas que los hacen más sensibles a estas condiciones ambientales está aumentando en los últimos años en las aulas de las escuelas italianas, aseguró la CNDDU.
Se prevé que los primeros alumnos en volver a la escuela en Italia sean los de la región de Alto Adigio (norte) el 5 de septiembre y que poco a poco los estudiantes de cada región vayan iniciando el curso, incorporándose los últimos el 16 de septiembre los de las regiones Abruzzo, Basilicata, Calabria, Emilia Romagna, Liguria, Lazio, Puglia y Toscana.
Las asociaciones de padres señalaron que los más tres meses de cierre de escuelas, desde principios de junio hasta principios o mediados de septiembre, ya son demasiado largas y favorecen la pérdida de capacidades cognitivas y relacionales de niños y adolescentes