REDACCIÓN.-Tal vez ninguna campaña electoral en la historia de Estados Unidos ha estado bajo tanto escrutinio público como la de Joe Biden; no por sus políticas, ni supuestos escándalos, ni el desempeño de sus deberes, sino por la posible disminución de su capacidad mental debido a su avanzada edad.
Cada paso que da el presidente de 81 años, cada expresión de su cara, cada palabra que sale de sus labios están bajo la creciente lupa de su propio partido, de sus poderosos donantes y de amplios sectores del electorado demócrata.
Estas dos últimas semanas han sido particularmente difíciles para el presidente, con un muy pobre desempeño en el primer debate con su rival republicano, Donald Trump, una fluctuación en sus niveles de energía, falta de claridad en sus intervenciones y crecientes dudas emitidas públicamente por sus propios partidarios.
Así es como se ha desarrollado el interminable vía crucis de Joe Biden en estos últimos 15 días.
El desastroso debate
A mediados de año, en actos privados y otros eventos de limitada difusión como una conferencia el 15 de junio para recaudar fondos para su campaña, la deslucida presencia de Joe Biden empezó a preocupar a sus allegados.
Estos, sin embargo, no manifestaron abiertamente sus dudas sobre la capacidad del presidente en ese momento. Biden acababa de llegar de un extenuante viaje a Europa y ese notable cansancio se aceptó como una excusa válida.
Pero las cosas dieron un vuelco el 27 de junio ante una audiencia de más de 50 millones de espectadores, cuando Biden tuvo un desastroso desempeño en el debate presidencial en Atlanta frente a su contrincante republicano Donald Trump quien, aunque en sustancia no dijo mucho, pareció más atento, energizado y agresivo.