SANTO DOMINGO. – El Instituto Duartiano juzga como una nueva embestida de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) contra la República Dominicana, en su sistemático acoso que tan solo ha procurado desacreditar nuestras instituciones, presentándonos como apátridas, xenófobos, racistas y discriminadores, sin ninguna base para ello.
Este organismo es en definitiva un brazo de la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo que ha causado mucho daño a esta patria de Duarte, y se siempre ha abalanzado en contra nuestra, y renovó sus furias a partir de la emisión de la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, decisión judicial en la que se manifestó el ejercicio pleno de la soberanía dominicana.
La OEA nunca ha hecho nada en lo absoluto para asistir a Haití, ni ante ni ahora, pese a que su propia Carta pone bajo su responsabilidad “buscar, colectivamente, solución a los problemas urgentes o graves que pudieren presentarse cuando el desarrollo o estabilidad económicos, de cualquier Estado miembro, se vieren seriamente afectados por situaciones que no pudieren ser resueltas por el esfuerzo de dicho Estado”.
El país del hemisferio que mayor ayuda, colaboración y solidaridad ha brindado a la nación haitiana es precisamente la República Dominicana, quien ha tenido que soportar el pesado fardo de una inmigración masiva de indocumentados e ilegales haitianos, sin que esto jamás haya preocupado jamás a la OEA y sus organismos.
El Instituto Duartiano considera que, con esta declaración, ofrecida en medio de una crisis, donde se ha pensado en la Organización de Estados Americanos (OEA), como instancia que podría contribuir a propiciar una suerte de diálogo, se revela, como se puede apreciar, que para la República Dominicana este organismo no es una garantía de imparcialidad o neutralidad.
Resulta muy claro que este organismo regional, al mantener permanentemente esta actitud, falta gravemente a la letra y contenido del artículo 3, literal b, de su propia Carta que establece: “El orden internacional está esencialmente constituido por el respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados y por el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional”.
Resulta aplicable el pensamiento de nuestro Padre de la Patria y Fundador de la República, Juan Pablo Duarte, es especial su expresión: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.