Redacción Internacional.- Con la crisis de la Covid-19 aún no resuelta, los investigadores epidemiológicos surcoreanos, cuyo rol durante la pandemia ha sido unánimemente alabado, entrenan ya con intensidad para poder seguirle el rastro al próximo virus altamente contagioso que aparezca.
Pese a los avances tecnológicos -en Corea del Sur el seguimiento del GPS de los móviles fue fundamental para trazar rutas de contagio al inicio de la pandemia-, el rastreo de contactos sigue requiriendo de un trabajo presencial basado en agotadoras y exhaustivas entrevistas con contagiados.
También del uso de matemáticas y estadística para tratar de predecir el comportamiento de un patógeno y su impacto en la salud pública.
Lo subraya Lee Sang-won, director general de planificación para emergencias de salud pública de la Agencia para la Prevención y el Control de Enfermedades Contagiosas de Corea (KDCA) durante un taller celebrado en su sede en Osong, a 107 kilómetros al sureste de Seúl, para mostrar a los medios cómo trabajan.
Los 107 investigadores epidemiológicos del KDCA y otros 500 rastreadores de autoridades locales no han cesado de trabajar en los últimos años, ya fuese investigando brotes como el de Hepatitis A de 2019 o el de MERS-Cov, que en 2015 aterrorizó al país asiático dejando 38 muertos.