Luiz Inácio Lula da Silva brilló tanto como presidente de Brasil entre 2003 y 2010, que varios medios extranjeros le dieron el título de personaje del año y hasta el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo llamó "el político más popular del planeta".
Pero ahora Lula acaba de ser condenado por la justicia de su propio país por hechos de corrupción que él niega.
Todo empezó a precipitarse el viernes 4 de marzo de 2016, cuando la policía fue a buscarlo a su casa, que resultó allanada, para someterlo a un interrogatorio de casi cuatro horas.
Pocos días después, la fiscalía presentó cargos en su contra por presunto delito de blanqueo de dinero mediante ocultación de patrimonio y falsedad documental.
Entonces, el exmandatario fue sometido a un interrogatorio en un aeropuerto de São Paulo, que fue calificado de show de "pirotecnia" por algunos medios, tras el cual Lula aseguró que no temía nada y que estaba resuelto a seguir con su actividad política.
"Encendieron en mí la llama y la lucha continúa", dijo Lula en un mitin ante militantes del Partido de los Trabajadores (PT), la organización de izquierda que él mismo fundó y que entonces aún gobernaba Brasil, con Dilma Rousseff en la presidencia.
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A los 71 años, el exsindicalista sigue siendo una figura poderosa en Brasil, donde muchos lo ven como un potencial candidato presidencial para las elecciones de 2018.
Sin embargo, la condena emitida este miércoles a 9 años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero supone un duro golpe.
Lula fue hallado culpable de aceptar US$1,1 millones en sobornos de la firma constructora OAS, un monto que fue invertido en la reforma y amueblado con piezas de lujo de un apartamento triplex en la localidad costera de Guarujá, en el estado de Sao Paulo.
La sentencia fue dictada por el juez Sergio Moro, encargado de las investigaciones sobre la trama de corrupción conocida como "Lava Jato" (autolavado, en portugués).
Este presente de Lula contrasta fuertemente con su pasado esplendoroso y arroja grandes dudas sobre su futuro, según analistas.
"Su principal capital político es la imagen, una imagen que era capaz de influir en las elecciones, y eso disminuyó bastante", dijo a BBC Mundo Marco Antonio Teixeira, un politólogo de la Fundación Getúlio Vargas, una universidad de élite en São Paulo.
"Consagrado"
Electo presidente luego de tres intentos previos fracasados, Lula supo devolverle a Brasil el sentimiento de grandeza que este país otrora imperio había perdido mucho tiempo atrás.
Bajo su gobierno, la economía se expandió, decenas de millones de brasileños ascendieron a la clase media y se descubrieron grandes reservas de petróleo que alentaron el sueño de desarrollo del gigante sudamericano.
En 2009 Lula fue nombrado "personaje del año" por el periódico francés Le Monde y el español El País, y "protagonista de la década" por el británico Financial Times.
Al año siguiente, cuando ya concluía su mandato, la revista estadounidense Timelo ubicó como la personalidad más influyente del mundo.
Como la Constitución brasileña le impedía presentarse a un tercer mandato presidencial consecutivo, Lula señaló a Rousseff como su sucesora. "Al elegir a Dilma creí que había consagrado mi tarea", llegó a decir el año pasado.
Todo eso ocurría pese a un escándalo de compra de votos en el Congreso, denominado mensalão, que comprometía a colaboradores cercanos de Lula y a miembros del PT, que terminaron condenados.
Lula dejó la presidencia con su popularidad por las nubes y muchos brasileños ya pedían que volviera al cargo después de Rousseff.
Pero, en el último año ambos han sufrido importantes reveses: Rousseff fue destituida por el Congreso a través de un procedimiento de impeachment y Lula acaba de ser condenado por corrupción.
"Sexo de los ángeles"
El exmandatario mantuvo una gran influencia sobre el gobierno de su sucesora mientras se dedicaba a dar conferencias en varios países y a tareas del Instituto Lula, una entidad sin fines de lucro que creó en 2011.
Pero esas actividades también quedaron bajo la lupa de los investigadores del esquema de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
El año pasado, la fiscalía indicó que hubo montos equivalentes a US$8 millones pagados al Instituto Lula y a una empresa creada en 2011 para conducir las conferencias del expresidente.
Y agregó que los pagos fueron hechos por las mismas empresas constructoras involucradas en la corrupción de Petrobras. Por ello, intentaban determinar si las conferencias efectivamente ocurrieron y si el dinero aportado por las constructoras fue a cambio de eventuales beneficios que recibieron del gobierno.
El expresidente justificó el valor de sus conferencias en declaraciones formuladas tras el interrogatorio policial. "Nadie quería que yo discutiera el sexo de los ángeles. Las personas querían que Lula hablase de las cosas que hizo en Brasil", dijo.
"Por eso me transformé en el conferencista más caro del mundo junto con (el expresidente estadounidense) Bill Clinton".
El Instituto Lula también se defendió entonces a través de un comunicado asegurando que su financiamiento "es semejante al de otras instituciones ligadas a otros expresidentes de Brasil" y que las donaciones que recibió fueron "legales y declaradas a las autoridades".
"Pasé a ser el mejor"
El año pasado, al ofrecer detalles sobre la investigación contra Lula, los responsables del caso dijeron que estaban analizando obras realizadas en dos inmuebles en el interior del estado de São Paulo para que fueran usufructuados por Lula.
Uno de ellos es un apartamento triplex en la localidad costera de Guarujá, que habría sido reformado y amueblado con piezas de lujo por parte de la constructora OAS, que vio como uno de sus antiguos ejecutivos era sentenciado en la causa Petrobras.
Aunque Lula niega que el apartamento sea de su propiedad, los fiscales señalaron que "varias pruebas dicen lo contrario", incluidos testimonios de la portería, un síndico y dos ingenieros de OAS.
Y ha sido justamente este caso el que ha llevado a la sentencia dictada por el juez Moro.
Brasil.
En varias oportunidades Lula ha adjudicado fines políticos a este proceso judicial e inclusoha negado que el apartamento de Guarujá sea de su propiedad, algo que Moro descartó en su sentencia.
Este no es el único caso contra el exmandatario.
El año pasado, los investigadores revelaron que indagaban sobre otra propiedad: una casa de descanso en la localidad de Atibaia, que fue reformada con financiamiento de OAS y la constructora Odebrecht, cuyo expresidente está preso, así como un empresario amigo de Lula.
Lula fue varias veces al lugar y los fiscales sospechaban que la propiedad fue adquirida por el expresidente a través de terceros, algo que él rechaza.
"Todo el mundo puede tener un amigo que tenga una casa de playa o un sitio, menos esta mierda de metalúrgico aquí", exclamó Lula tras el interrogatorio, aludiendo a su viejo trabajo de obrero.
Los investigadores señalaron que también analizaban la mudanza en varios contenedores que Lula realizó al salir del palacio presidencial de Planalto, afirmando que fue financiada por OAS.
Asimismo, indagaban pagos realizados por el Instituto Lula y la empresa de conferencias a compañías que tienen como socios a hijos del expresidente.
Lula dijo sentirse "indignado" por las sospechas planteadas. "Si la PF (Policía Federal) encontrase un real de desvío en mi conducta, yo no merezco ser de este partido", señaló en la sede del PT.
"Pasé a ser el mejor"
El año pasado, tras conocerse las investigaciones en su contra, Lula se mostró confiado y desafiante.
"Pasé a ser el mejor presidente del mundo entero en el inicio del siglo XXI", sostuvo en un acto en la sede del sindicato de empleados bancarios en São Paulo, donde habló ante cientos de militantes de las adversidades que enfrentó en su vida.
"Si alguien piensa que van a callarme con persecución y denuncia, no sabe que yo sobreviví al hambre", sostuvo.
"Si quieren derrotarme, van a tener que enfrentarme en las calles de este país", agregó.
Sin embargo, aunque el exmandatario lidera con 30% de apoyo las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de 2018, la pelea que puede definir su futuro y su legado podría terminar por darse en los tribunales y no en las calles.
*Esta nota fue publicada originalmente el 10 marzo 2016 y ha sido actualizada para reflejar los acontecimientos más recientes.
BBC