Un juez federal estadounidense bloqueó hoy la deportación de más de 1.400 iraquíes, muchos de ellos cristianos, que alegaban que serían perseguidos de ser expulsados de Estados Unidos.
Algunos de estos 1.400 iraquíes tienen órdenes de deportación desde hace años, incluso décadas, pero la negativa de Irak de aceptarlos les permitió permanecer en Estados Unidos.
Su situación, sin embargo, cambió en marzo de este año cuando Irak accedió a recibirlos tras un acuerdo sellado por el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump.
Aunque la mayoría de los 1.400 iraquíes siguen en libertad, las autoridades migratorias detuvieron el mes pasado a 199, la mayoría en Detroit (Michigan) y Nashville (Tennessee), con la intención de deportarlos de inmediato.
Estados Unidos argumenta que cometieron delitos graves, desde homicidios a crímenes relacionados con drogas o armas.
Los arrestados, sin embargo, interpusieron una demanda junto a la Asociación Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), principal organización pro derechos civiles del país, para detener las deportaciones.
Alegaron que por su condición de minorías (muchos de ellos son católicos caldeos y kurdos) estarían en riesgo de ser perseguidos.
En su fallo, el magistrado Mark Goldsmith dijo que deportar a los iraquíes los expondría "a un riesgo comprobado de muerte, tortura u otras graves persecuciones antes de que sus demandas legales sean estudiadas en tribunales" migratorios.
El Departamento de Justicia, que no ha reaccionado todavía al fallo, argumentaba que Goldsmith, nombrado por el expresidente Barack Obama, no tiene competencias para tomar decisiones de este tipo.