REDACCIÓN.- Cada 31 de mayo, el mundo celebra el Día Mundial del Loro, una fecha que no solo rinde homenaje a una de las aves más carismáticas del planeta, sino que también busca generar conciencia sobre los desafíos que enfrentan los loros en estado silvestre.
Coloridos, inteligentes y sociales, los loros han cautivado a la humanidad durante siglos, pero hoy muchas especies están al borde de la extinción, víctimas del tráfico ilegal, la pérdida de hábitat y el cambio climático.
Más que mascotas exóticas: una riqueza ecológica invaluable
Los loros, que comprenden más de 400 especies dentro de la familia Psittacidae, son originarios principalmente de zonas tropicales y subtropicales de América del Sur, África, Asia y Oceanía. Algunas de las especies más emblemáticas incluyen al guacamayo azul, el loro gris africano y el periquito australiano.
Estas aves no solo destacan por sus plumajes vibrantes, sino también por su notable inteligencia: son capaces de imitar sonidos, resolver problemas y establecer vínculos afectivos complejos.
Además, desempeñan un rol vital en los ecosistemas donde habitan. Ayudan a dispersar semillas y polinizar plantas, lo que contribuye a la regeneración de los bosques tropicales. Sin embargo, pese a su importancia ecológica, cerca del 30% de las especies de loros están amenazadas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Uno de los factores más preocupantes para la conservación de los loros es el comercio ilegal de fauna silvestre. Según datos de la organización BirdLife International, los loros son uno de los grupos de aves más traficados del mundo. Muchas especies, especialmente aquellas con habilidades para hablar, son capturadas en su hábitat natural y vendidas como mascotas exóticas, lo que no solo afecta directamente a las poblaciones silvestres, sino que también implica condiciones crueles durante el transporte y la cautividad.
En países de América Latina y el Caribe, como Brasil, México y República Dominicana, el comercio ilegal de loros aún representa un problema persistente, pese a los esfuerzos de autoridades ambientales y organizaciones no gubernamentales
En el caso dominicano, el Amazona ventralis o “loro dominicano” es una especie endémica que ha sufrido una dramática reducción poblacional en las últimas décadas. Factores como la caza furtiva, la captura para el comercio ilegal y la destrucción de su hábitat han puesto a esta especie en un estado de vulnerabilidad crítica.
Programas liderados por el Ministerio de Medio Ambiente y organizaciones como Grupo Jaragua han intentado revertir esta situación mediante campañas de sensibilización, liberación de ejemplares y patrullajes en áreas protegidas como Los Haitises y Jaragua.